Eduard Melero – Cardona – 05/07/2023
La última modificación del Govern en la consejería de Agricultura no ha pasado desapercibida en su ámbito, así pues David Mascort, nuevo consejero deAcción Climática, Alimentación y Agenda Rural (la antigua conselleria de Agricultura) en sustitución de Teresa Jordà ya mostró el pasado 28 de junio en una comparecencia en el Parlament, con poca fortuna, su poca afinidad en el mundo cinegético y su predisposición a favorecer y potenciar las políticas animalistas que tanto contribuyen a condenar al sector primario catalán. En su discurso, parece que pretende modificar la Ley de bienestar animal para incluir a los perros de caza (que se excluyeron de la ley estatal gracias a las presiones ejercidas por el propio colectivo y apoyado por buena parte de la comunidad científica, demostrando que la famosa Ley de Bienestar Animal <PSOE-PODEMOS> iba en contra precisamente del auténtico bienestar animal y de la biodiversidad.
En la misma intervención también anunció la creación de una Subdirección de protección de los animales de compañía (¿una seta más?), el Aumento de un 20% en subvenciones a Ayuntamientos y protectoras de animales para identificar y esterilizar gatos y perros . Se comprometió a trabajar con entidades animalistas sobre un protocolo de animales accidentados y modelos de tenencia de gatos abandonados. También dijo que elaborarían un documento de criterios técnicos de bienestar de los perros de caza conjuntamente con los Agentes Rurales y los Mossos d'Esquadra sin tener en cuenta la participación de los propios cazadores ni los veterinarios. Por lo que afecta a la ganadería anunció la modificación del decreto de ordenación ganadera sin detallar si ésta continuaría con la burocracia que actualmente ahoga al sector. Y aunque no dejó claro qué pensaba de los toros por su talante parece ser que querría abolirlos.
Un sector primario tocado de muerte
Este pensamiento animalista está muy extendido sobre todo en el mundo urbano y en menor peso en el mundo rural, pero cuando se hace política, desgraciadamente, lo que interesa es el número de votos y éstos en su gran mayoría están en el mundo urbano. Por tanto, estos políticos “cazadores” de votos se suman al carro del animalismo para obtener votos sin miramientos, contribuyendo a condenar a nuestro preciado y querido sector primario.
Estas corrientes animalistas están tan alejadas del día a día del territorio que parecen extraídas del manual Disney de buenas prácticas para gobernar un país de cuento. Son un claro ejemplo de la falta de educación y conocimiento sobre el medio y el sector primario que tiene buena parte de la sociedad. Y precisamente estas políticas son las que están perjudicando al propio país, que se ve obligado a consumir todo lo que viene de fuera debido a que en nuestro país resulta cada vez más complicado mantener la vida rural, con todo lo que esto comporta: menos campesinos , menos ganaderos, menos gestión forestal, más desequilibrio de especies y biodiversidad,…
Un sector primario tocado de muerte, a cambio de un paisaje de belén o de campos de placas solares. Ojalá los gobernantes hicieran estas políticas por ignorancia… lo que querría decir que hay margen de rectificación, pero todo apunta a que son políticas bien conscientes, por lo que es de imaginar que son bien conscientes también de los riesgos que supone la pérdida de un sector primario potente en nuestro país… lástima que esto no se explica, porque no interesa.
Las personas en el centro
Hay que seguir haciendo mucha pedagogía y es necesario que los políticos abandonen el afán de conseguir votos a cualquier precio y se centren mucho más en buscar soluciones y facilitar la vida de las personas. Me ofrezco a moderar un diálogo en el que participen todas estas partes, porque si realmente amamos a este país y queremos poner a las personas en el centro, debemos poder convivir y debemos poder gestionar y aprovechar todos estos recursos naturales que tenemos y promocionar toda esta tradicional infraestructura del sector primario que puede hacernos más independientes gracias a la calidad y variedad que tenemos. Y todo esto, evidentemente, garantizando el bienestar animal, pero no poniendo a los animales al mismo nivel de las personas ni mucho menos por encima de ellas.