Jordi Garcia - Manresa -20/02/2024
Foto: Kilian Navarro
Cataluña ha sido testigo de un aumento significativo en la población de corzos, conocidos vulgarmente como los duendes del bosque
La sobrepoblación de corzos en Cataluña ha sido un tema de interés creciente en los últimos años, ya que esta especie de la familia de los cérvidos y que ofrece una carne excepcional ha proliferado de manera importante en varias zonas del territorio catalán. Este aumento de la población de corzos ha generado preocupación entre los gestores de la fauna y los propietarios de terrenos, ya que puede tener un impacto negativo en el ecosistema y en las actividades agrícolas y forestales.
La gestión cinegética de corzos en Cataluña se regula anualmente mediante una Resolución (Orden de Vedas) donde se establecen los períodos hábiles según el sexo y las modalidades en un calendario.
¿Una gestión insuficiente o que va tarde?
Esta especie ha colonizado casi todo el territorio catalán y está convirtiéndose en una fuente de conflictos especialmente en zonas de viña y frutales, pero también en plantaciones forestales, zonas de pastos y hortícolas y de manera más generalizada en las carreteras catalanas donde conjuntamente con el jabalí son los causantes de 1 de cada 3 accidentes de tráfico en nuestras carreteras (ver noticia).
Su expansión se debe a diferentes motivos, principalmente a su capacidad de adaptación. También han tenido papel otros aspectos como la falta de tradición en hacer batidas especificas de corzos, la falta de confianza en la interpretación de los datos (provenientes de cazadores y de campesinos), el hecho de que muchos perreros no quieran que se disparen los corzos durante las batidas de jabalí, el proteccionismo social e institucional por el hecho de que algunos cazadores o la propia sociedad considere el corzo un animal tierno y simpático como " bambi" (no feo como el jabalí) o la poca afición a cazar hembras de corzo. Una gestión, por tanto, insuficiente y que va tarde, ambas cosas.
La evolución de los precintos
Según censos, y estableciendo números exponenciales en los territorios adyacentes donde se efectúan estos censos, el Departamento estima las poblaciones de corzos. En base a las mismas, se autoriza un número determinado de individuos susceptibles de ser cazados. Entonces, mediante precintos, cada sociedad de caza puede realizar la gestión del corzo en su área (donde cada precinto corresponde a un individuo). Esto funcionó durante varias temporadas hasta que se cambiaron los precintos físicos por unos precintos virtuales.
Las últimas Órdenes de vedas han flexibilizado (ampliando épocas de caza, no distinguiendo su caza según el sexo,...) la caza del «"duende" en Girona y en algunas comarcas de Tarragona. Aun así, aún no se ha llegado al equilibrio deseado por los gestores y propietarios de los terrenos.
Algunos defensores del precinto justifican que con su uso es más fácil controlar el furtivismo. No obstante, hay quien opina que esta cuestión se podría solucionar poniendo más recursos o intensificando la vigilancia, pues realmente tiene poco sentido hacer un control estricto a una especie que está considerada "en sobrepoblación". No hay que obviar que también hay quien hace negocio con los precintos poniendo precio a los animales de caza.
Una gestión adaptativa
La gestión cinegética del corzo es una cuestión compleja que requiere una planificación adecuada y la colaboración de los diferentes agentes implicados.
Una de las estrategias más comunes para gestionar la población de corzos es la regulación de las batidas de caza, donde se abaten un número determinado de corzos con el fin de mantener el equilibrio poblacional.
Además de las batidas de caza, otras modalidades de gestión cinegética que se utilizan son las esperas y los recechos, que se convierten en una caza mucho más selectiva y que, una vez equilibradas las poblaciones, resultan una de las herramientas más adecuadas para seguir cazando la especie de manera sostenible.
Más corzos que jabalíes
Actualmente sin embargo, la mayoría de cazadores de Cataluña están constatando en cada jornada de caza que hay más corzos que jabalíes y un ejemplo claro es el número de autorizaciones de caza del corzo que está otorgando la Administración a los titulares de las áreas de caza de la Cataluña central, muy superior (en algunos lugares triplicando el número de jabalíes abatidos la temporada pasada) a los jabalíes que se abaten durante el año; una incoherencia que además resulta un añadido de burocracia y tiempo tanto para los gestores de caza como para los técnicos de la Administración.
La sobrepoblación de corzos en Cataluña, por lo tanto, es un reto que requiere una gestión cinegética adecuada y sostenible. Mediante la implementación de medidas de control de la población y la colaboración entre los diferentes agentes implicados, es posible garantizar un equilibrio entre la conservación de la fauna y la convivencia con los corzos en el territorio catalán. Ahora convendría que, desde la Generalitat, se facilitara su caza como se está haciendo con el jabalí y que sea cada área de caza la que decida apretar el acelerador en mayor o menor intensidad según la presión de conflictos que tengan. Y, a final de temporada, enviar al Departamento el Registro de animales abatidos tal y como se hace con el jabalí.