Eduard Melero - Solsona - 01/11/2018
El cazador no siempre tiene la culpa.
Últimamente ha aparecido en los diarios comarcales una solicitud por parte de agrupaciones animalistas, de «más transparencia» referente a los accidentes de caza y de «mucha restricción» de la caza por ser una actividad insegura que pone en peligro a los buscadores de setas, excursionistas, motoristas, etc…
Nuevamente el cazador sirve de chivo expiatorio de todos los males del bosque y se encuentra expuesto en la plaza pública como «villano» de la sociedad. Antes de entrar en el fondo de la cuestión, quisiera en primer lugar rebatir algunos de los argumentos utilizados:
1. Existiría una cierta opacidad en cuanto a los accidentes mortales o no relativos al ejercicio de la caza.
2. Los cazadores exponen a uno «elevado riesgo» el resto de gente que pasea por el bosque.
3. La caza es una actividad que muestra la parte mala de la naturaleza humana por el hecho que se matan animales.
Respecto a los accidentes de caza, Hay que recordar dos datos fundamentales:
- la seguridad siempre es la primera preocupación de los cazadores. Las reglas se recuerdan en cada cacería, los participantes de batidas deben ir vestidos con colores muy vivos obligatoriamente, y los participantes se comunican por radio para anunciar sus movimientos.
- La pertenencia a una Sociedad de caza o en la Federación de caza, implica obligatoriamente la contratación de un seguro especifica.
Así que todos los accidentes son declarados, tanto en las sociedades y federaciones, como las aseguradoras, como las autoridades.
El último análisis estadístico del Gobierno de España sobre accidentes de caza se hizo hace unos años y sobre un periodo de 5 años, ocurrieron en España, una media de unos 40 accidentes mortales y 2500 heridos anualmente. De estos 40 accidentes mortales, un 50% fue por bala, y de esa mitad el 60% fueron tiros de los mismos cazadores a ellos mismos. El otro 50% de accidentes mortales son infartos, accidentes con coches y caídas durante las cacerías. Si prestamos un momento a comparar estos datos con los accidentes de carretera por colisión con animales, los datos de la DGT para el 2012 en España nos muestran 3100 accidentes con animales, 484 de los cuales con víctimas, incluidas 4 personas muertas y 637 heridas.
Es pues mucho más probable que un ciudadano sufra un accidente mortal de coche con un animal, a que reciba un disparo accidental durante una cacería. Considerando también que el 62% de los animales implicados en accidentes de carretera son animales salvajes (jabalí 33%, corzo 18%), debemos reflexionar sobre la situación en la que nos encontraríamos sin los cazadores: sacamos la caza de nuestro ecosistema y mañana tendremos el doble o triple de accidentes en carreteras.
Con un coste societario considerable; el año 2011 en Cataluña, los accidentes de tráfico con animales en las carreteras han representado un coste de 27 millones de euros (Minuartia, 2016) y cada año va creciendo.
Los accidentes de cacerías, como todos los demás, son dramas humanos. Y los primeros interesados en llegar a 0 accidentes son los mismos cazadores, pero desgraciadamente estos pasan. Como en cualquier actividad deportiva o al aire libre que comporte un cierto nivel de riesgo:
- cada año mueren entre 20 y 30 personas que practican montañismo.
- y entre 50 y 60 que practican ciclismo.
Estaríamos, sin embargo, muy lejos de la realidad, al defender que la caza es una actividad particularmente peligrosa por los mismos cazadores o por el resto de usuarios del bosque.
Debemos pensar también que el 93% del territorio de Cataluña es caza del muñón (Zonas autorizadas donde se puede cazar), y que sólo se pueden cazar unos cuantos días a la semana, diferentes según la zona. Quiere decir que un día dado, sólo un porcentaje muy pequeño del territorio de cada comarca, está ocupado por las batidas de los cazadores. Entonces se señalizan los caminos para justamente advertir al resto de usuarios y que puedan ir a disfrutar de su paseo en otra zona mientras dure la caza. También debemos pensar que una finca resultara caza del muñón por voluntad propia y expresada de los propietarios de todas estas fincas.
¿Por qué? Porque hacemos un servicio público: Regulem les sobrepoblacions d’animals que posen problemes als camps, als horts, als camins, a les carreteres. La tendència natural del creixement de les poblacions de senglars és important i malgrat els animals que són caçats, aquests augmenten any rere any, i amb ells, els seus problemes associats de danys als cultius i accidents de trànsit.
Els animalistes aprofiten els mitjans per difondre la idea que els caçadors en lloc de ser partícips del equilibri natural del territori, en són un element distorsionador, dolent, i que sense la caça, la natura estaria en millor situació. Mirant més enllà d’aquestes organitzacions molt militants, i que legítimament defensen la seva visió, existeix un consens generalitzat dels científics i tècnics gestors del medi ambient a Catalunya que la realitat és exactament el contrari d’aquestes afirmacions. El grup català amb més prestigi en temes de medi ambient i biodiversitat, CONSERVACIÓ.cat, Ha propuesto un Plan de Acción para la conservación del patrimonio natural de Cataluña, en la que la caza simplemente no aparece como problema ni social ni ambiental. Más bien al contrario: las sobrepoblación de ungulados (jabalíes, corzos y ciervos) generan grandes problemas: daños a los cultivos que pueden ser muy importantes, accidentes de carreteras, enfermedades varias cuando las densidades de animales son demasiado altas, etc.
Y sin los cazadores no podríamos controlar estas poblaciones de animales sin recurrir a matanzas masivas de animales por parte de la administración (situación que ocurre en otros países: muflones en Francia, conejos y loros en Australia, ...).
La biodiversidad en Cataluña tiene problemas ambientales graves mucho más importantes y que no tienen nada que ver con la caza: nitrificación de las aguas, compactación de los suelos, desaparición de los pájaros comunes y pequeños mamíferos, plagas forestales, especies invasoras, etc. Con estos problemas se focalizan los esfuerzos de los ecologistas y científicos hoy en día.
El cazador pero es una diana fácil, comparado con estos otros problemas que tienen causas múltiples y soluciones complejas, pero que son ellos los que realmente deberíamos preocuparnos de cara al futuro del medio natural en Cataluña.
Un comentario en «El cazador no siempre tiene la culpa.»
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