Artículo publicado por BP en la sección la zarza de la revista Cinegeticat en el año 2018
Ya nos va bien que vengan a cazar…
Las zarzas, tienen cosas buenas. Más allá de que todo el mundo piensa en negativo, al recibir pinchazos sólo citar su nombre. Y claro, las cosas que pinchan cabrean. Pero en su momento, la zarza nos puede aportar buenas moras, que una vez las cojamos, aquellos pinchazos ya no cabrean tanto y no hacen tanto daño.
Haga presente, la de beneficios que dejamos los cazadores allá donde vayamos. Y esta vez nos centraremos en los beneficios económicos, más allá de los generados a corto y largo plazo, en la reducción de determinados especímenes, lo que repercute también en salvar cosechas, huertos, jardines, espacios de césped en todo tipo de diferentes instalaciones , reducción de accidentes de tráfico…
¿Sabe cuándo genera la caza?
El pasado 19 de abril de 2018 se presentó el estudio más objetivo y extenso hacia el impacto económico y social de la caza en el Estado español. La consultora Deloitte por encargo de la Fundación Artemisan llevaba a cabo este estudio con datos del año 2016. La caza genera en todo el estado, 6.475 millones de euros con 187.000 puestos de trabajo en el equivalente de jornada completa. De éstos, 141.261 son puestos de trabajo mantenidos gracias al gasto de la caza, 45.497 son trabajadores directamente generados por cotos y organizadores profesionales de la caza. Todo ello supone un 0,3 del PIB. Este PIB es el mismo que el generado por la venta de vino, es un equivalente a un 13% del sector agrícola-ganadero-pesquero.
En 2016, ¡los cazadores tuvimos de gasto directo vinculado a la caza 3.683 millones de euros!
Quedémonos con la importancia de la pura economía, pero no nos olvidemos la relevancia desde el punto de vista social y ambiental de estos datos. Ya sabéis que estos estudios pueden definir aspectos generales del perfil medio del cazador. Éste suele ser un hombre asalariado, de más de 46 años y que gasta en una media anual de 9.694 € en caza. Suele practicar las dos modalidades, mayor y menor, principalmente en cotos privados. Hablamos de un total de 800.000 cazadores de los que 334.000 tienen licencia federativa. Hay 32.817 cotos correspondientes a 43,8 millones de hectáreas.
¿Alguien puede subestimar y prohibir todo esto? El impacto de la presentación de los resultados del estudio en los medios de comunicación estuvo mínimo, ya lo tenemos vivido con las manifestaciones de cazadores…hablar de caza en los medios de comunicación “no toca” (que decía aquél..). No está bien, no está de moda. Y seguro que compromete a aquellos guionistas de los telediarios, excepto por noticias de accidentes mortales en la práctica de la caza o problemáticas de los jabalíes y conejos vinculadas a daños. Continuaremos viviendo la cacería algo en silencio, quién sabe si a la distancia clandestina de lo común al día a día. Pero ahora y cada día con más datos, que tenemos referencias que nos sirven para fortalecer un discurso más validado, alguna vez chocas con algún ignorante, desconocedor y también con «ecoterroristes» de los vigentes en todas partes. Los últimos suelen combinar ambas propiedades citadas, ignoran y desconocen. Todo ello un peligro para la caza.
Los cazadores siempre estamos
Estudio aparte, en nuestro día a día, ¿cómo valoramos estos beneficios generados fruto de nuestra actividad cinegética? Todos formamos parte seguro. Muchas veces tenemos de punto de encuentro un pequeño bar o restaurante, que por la mañana sus propietarios ya saben que hacen cajón con nosotros. Un día, un buen amigo y cazador me decía que nos hacen un favor de abrir tan temprano. Yo le decía "si no fuera rentable, sabes bien que no abrirían".
Todos conocemos puntos estratégicos donde en pleno desplazamiento o bien una vez en la población del coto, podemos hacer ese primer café o el desayuno, ¿por qué no?, hacernos el bocadillo que llevaremos a parada o que nos comeremos a media cacería de la menor, mientras reposan los perros. Y siempre cae la pregunta madrugadora: ¿cuántos vendrá a comer? No me haga decir nombres, conozco lugares donde sea la hora que sea, siempre atienden a los cazadores, aunque sea para hacer un plato combinado por la tarde una vez terminada toda la movida de la redada al jabalí a las cinco de la tarde. Si habla con los propietarios, de tú a tú, te hacen saber que en aquellos lugares hay sitios más que en otros.
Lugares que sin las visitas de cazadores probablemente desaparecerían
El otoño y el invierno son muy duros para el negocio. No hay pistas de esquí, ni turismo rural. Somos los cazadores los que desde septiembre hasta marzo o abril, dependiendo de las modalidades de caza y sus vedas, vamos cada fin de semana allí a consumir. Más allá de la hostelería, incluidos los locales de turismo rural, encuentran en el cazador un empleador leal fuera de temporada alta, de poco molestar porque se va temprano a cazar y vuelve tarde a cenar para hacer un ciclo similar si se queda todo el fin de semana. Muchos repetimos con la familia fuera de veda o en plena temporada alta y siempre encontramos un ambiente de acogida familiar y cercano a la naturaleza… Gasolineras, armerías, veterinarios, carnicerías que nos venden lo que haremos a la brasa o cocinado en la casita/ local de la sociedad, supermercados locales.
Aparte de cazar, el cazador consume productos locales
¡Qué podemos decir de las materias primas y de los productos de la zona (ahora llaman de proximidad..)! Y otros, como la lotería de Navidad local, el número de la sociedad, turrones de Agramunt, cordero comprado al buen amigo de la sociedad que tiene, embutidos de todo tipo de nuestra hermosa y variada tierra, vino, cava , aceite…mucho aceite de oliva de aquel de producción pequeña en la cooperativa de donde tenemos la cacería! Calçots, frutas, verduras de todo tipo, ¡seguro me descuido cosas…!
Todo va a las maletas de los coches y remolques de los cazadores, que somos de compartir mesa, de compromiso y de saber fusionarnos con la naturaleza respetándola y amándola año tras año, generación tras generación. Los datos son contundentes, cada vez somos menos. Pero esto no quita que los que seamos, siempre intentamos hacer las cosas mejor y tengamos criterio para mantener protegida la actividad de la caza ante la ignorancia, desconocimiento y el ecoterrorismo activo, que combinados hacen tanto daño a la caza.
Sin caza, los daños directos y colaterales a muchos profesionales de sectores distintos serían inmediatos e irreparables
¿Sabes de alguna actividad que facilite tanto el conocimiento del terreno, naturaleza, culturas, costumbres y productos? Os costará encontrar de seguro… yo de momento, no lo he encontrado ni conocido. Si encima, fuéramos más a una, seguro que el colectivo sería más fuerte y contundente ante los constantes ataques a los que nos encontramos sometidos cada semana.
¡La de gente que llega a trabajar de forma directa e indirecta cada vez que queremos ir a cazar! ¿Os imagináis si no estuviéramos? Lo que algunos dicen y nunca haremos: "¡Tendremos que plegar!". Los daños directos y colaterales a muchos profesionales de sectores distintos serían inmediatos e irreparables. Para comparar, tome de referencia lo que ocurre en los negocios a pie de carretera, una vez abren nueva autovía, viales o carreteras fuera de su recorrido. Es un efecto espejo directo, porque si no generáramos esta actividad económica local, muchos tendrían pérdida de ganancias. Hacerlo saber a alcaldes, concejales, campesinos enojados con los cazadores, propietarios de fincas dentro de nuestros cotos, ecoterroristas… ¡es tarea de todos!
¡Aaaaah!, si le dicen que todo no es el dinero y el impacto económico que generamos, que no le confundan; es sumatorio a la gestión de plagas, reducción de especímenes que generan daños, reducción de accidentes de tráfico, tradición antropológica de la humanidad, intercambio generacional entre cazadores, actividad social reglada y totalmente legal, sostenibilidad y cuidado del terreno a cazar, etc … ¡La caza es así y sólo nosotros la podemos defender con ganas, criterio y pasión!