Lucía Varela Castro y Gregorio Mentaberre – SEFaS
Publicado en la revista Cinegeticado nº21 – Julio 2017
LO QUE SIEMPRE VAS A QUERER SABER SOBRE LAS GARRAPATAS Y NUNCA NADIE TE HA EXPLICADO
Las garrapatas son insectos de la misma familia que las arañas distribuidos por casi todas las regiones del mundo. Son parásitos externos que se alimentan de la sangre de toda clase de animales, domésticos y salvajes, incluido el hombre. Hay centenares de especies diferentes en todo el mundo y se agrupan en dos familias principales: las "garrapatas duras", que son la mayoría de las que conocemos, y las "garrapatas blandas”. Las especies de garrapatas duras son más numerosas y tienen más importancia médica y veterinaria por las numerosas enfermedades que pueden transmitir.
Las garrapatas duras
Las garrapatas duras pasan por tres fases a lo largo de su vida: larva, ninfa y adulto. Las larvas y las ninfas son muy pequeñas, hasta el punto de resultar difíciles de ver a simple vista. Los adultos, en cambio, son más grandes y fácilmente visibles y así podemos diferenciar machos y hembras por su aspecto. Muchos de vosotros probablemente confundiráis esta diferencia de aspecto entre machos y hembras con la creencia de que se trata de diferentes especies de paparra.
Las garrapatas duras tienen lo que se llama un "escudo" dorsal que, en los machos, recubre todo el dorso. Esto hace que no puedan aumentar de manera importante su tamaño aunque se alimenten. En cambio, en las hembras, el escudo sólo recubre una pequeña parte de su dorso (Figura 1), quedando el resto libre de manera que puede ingerir más volumen de sangre y aumenta de tamaño cuando se alimenta. De hecho, las hembras alimentadas y llenas de sangre son las típicas garrapatas grandes que parecen un grano de uva de color grisáceo (Figura 2).
Como norma general, cada una de las fases activas de la garrapata (larva, ninfa y adulto) usa un huésped diferente; esto quiere decir que cada fase parasita un animal diferente para alimentarse y cuando llega el momento de hacer la muda en la siguiente fase, se desprende para hacer el cambio de fase en el medio natural y luego volverá a buscar otro huésped. Así, una misma garrapata acabará pasando al menos por tres huéspedes diferentes hasta llegar a la fase adulta, y es esta la razón por la que pueden actuar como transmisoras de enfermedades de un huésped al siguiente. De entre estos tres, uno de los huéspedes podríamos ser nosotros mismos.
32 especies diferentes en España
En España, se han detectado 32 especies diferentes de garrapatas duras. No obstante, no todas las especies están ampliamente distribuidas por todo el país, sino que las encontraremos en diferentes regiones dependiendo de sus necesidades de temperatura y humedad y de sus preferencias por el tipo de vegetación y de las especies animales para parasitar (huéspedes).
Tampoco las encontraremos fácilmente durante todo el año, ya que hay especies más abundantes en unas estaciones que en otras. Por ejemplo, la especie Dermacentor marginatus (Figura 3ª), una paparra que observaremos a menudo en los jabalíes, se encuentra distribuida por todo el país, pero es más abundante en otoño-invierno que en primavera-verano.
Otras garrapatas ampliamente distribuidas por todo el país son las que pertenecen al complejo Rhipicephalus sanguineus (Figura 3b), las clásicas garrapatas que encontraremos en nuestros perros. Sin embargo, especies como lusitanicum Hyalomma (Figura 3c) las encontraremos más fácilmente en regiones de clima más cálido, como es el centro-sur del país y también en Cataluña.
Esta garrapata también es muy típica del jabalí. Entre todas las especies de paparras duras, la más conocida y estudiada es Ixodes ricinus (Figura 3d), ya que es muy abundante en toda Europa, parasita muchos animales diferentes, incluido el ser humano, y es el vector principal de la enfermedad de Lyme. Sin embargo, en España, esta garrapata es encuentra principalmente en la zona norte del país.
Hay que revisarnos después de haber estado expuestos
Las garrapatas que se encuentran en la vegetación en busca de un huésped al que parasitar, suelen subir a la punta de las hierbas, donde se quedan a la espera de que un animal pase por allí para engancharse (Figura 4). Las garrapatas duras pueden fijarse en el hombre en muchas partes del cuerpo, pero lo más frecuente es encontrarlas alrededor de la cabeza, el cuello y los engonales. Es importante saber que no suelen provocar dolor cuando nos pican ni mientras se alimentan porque su saliva tiene sustancias con efecto anticoagulante y analgésico.
Así, si no tenemos el hábito de hacernos una revisión después de haber estado expuestos cuando vamos al campo en épocas de riesgo, podríamos tener una garrapata alimentándose de nuestra sangre sin darnos cuenta durante bastante tiempo. Por otro lado, también es importante saber que para que una garrapata nos transmita una enfermedad no solo nos tiene que llegar a picar, sino que necesita estar varias horas pegada antes de que el microbio que lleve pueda llegar a nuestra sangre. Cuanto más horas pase una garrapata pegada a nuestro cuerpo, mayor será el riesgo de que nos pueda transmitir una enfermedad, en caso de que sea portadora.

Alerta con las enfermedades
Las garrapatas duras pueden ser transmisoras de numerosas enfermedades, muchas de las cuales pueden afectar tanto a diferentes especies animales como al hombre; es decir, son zoonosis. En España, las principales enfermedades transmitidas por paparras son la Fiebre Botonosa Mediterránea, el TIBOLA, la enfermedad de Lyme y la Anaplasmosis. Estas cuatro enfermedades son provocadas por diferentes bacterias que transmiten las garrapatas y, en términos generales, provocan alteraciones en la piel, fiebre y malestar general, aunque en algunos pacientes pueden aparecer otras complicaciones graves.
No todas las especies de garrapatas transmiten todas las enfermedades; por ejemplo, la garrapata Ixodes ricinus puede transmitir tanto la enfermedad de Lyme como la Anaplasmosis, mientras que Rhipicephalus sanguineus transmite la fiebre botonosa mediterránea y Dermacentor marginatus el TIBOLA. Son las mismas especies de garrapatas que hemos mencionado antes, y prestad atención a que mientras unas pueden estar en nuestros perros de caza, como Rhipicephalus sanguineus, otras pueden estar en el animales que cazamos, como la Dermacentor marginatus del jabalí, o directamente a la vegetación, a la espera de que pasemos cerca.
Fiebre Botonosa Mediterránea
Concretamente en Cataluña, la enfermedad más frecuente es la Fiebre Botonosa Mediterránea, con al menos 104 casos declarados entre 2009 y 2012. Aun así, pueden aparecer brotes de cualquier otra enfermedad, ya que se trata de fenómenos dinámicos que dependen de factores ambientales y poblacionales. Por ejemplo, durante el año 2008 se diagnosticaron 40 casos de TIBOLA en Sabadell, provocados por la paparra. Dermacentor marginatus. Si pensamos en el aumento de las poblaciones de jabalí durante estos últimos años, no es de extrañar que las poblaciones de sus garrapatas también aumenten y, en consecuencia, nosotros tengamos más probabilidades de ser picados durante un paseo por el campo.
Aparte de las enfermedades mencionadas, pueden aparecer nuevas y más graves. Por ejemplo, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, de la que no se habían detectado casos en España hasta finales de 2016, cuando un hombre murió tras ser picado por una paparra infectada en la provincia de Ávila. Esta enfermedad está causada por un virus y es endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia. Se transmite por la picadura de garrapatas del género Hyalomma y por contacto con la sangre, secreciones u órganos de animales y personas infectadas. ¿Cómo ha podido llegar este virus desde regiones tan lejanas? La teoría más aceptada es que se ha producido a través de aves migratorias. Una vez aquí, las garrapatas Hyalomma adquieren el virus al alimentarse de estas aves portadoras, y si alguna de estas garrapatas se alimenta posteriormente de un ser humano, podría transmitirle el virus.
La garrapata del jabalí
Si recordáis, la paparra lusitanicum Hyalomma está presente y es abundante en Cataluña, y es habitual encontrarla en el jabalí. Además, esta abundancia sigue en aumento debido a los inviernos suaves, que favorecen la supervivencia de las Hyalomma. Así pues, no se puede descartar el riesgo y la aparición de nuevos casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en España.
¿Qué podemos hacer nosotros para evitar contraer enfermedades transmitidas por garrapatas?
Podemos actuar a dos niveles para prevenir malas experiencias relacionadas con la picadura de una garrapata. Por un lado, podemos intentar evitar entrar en contacto con las garrapatas; esto lo podemos hacer llevando ropa de manga larga y pantalones largos, e incluso metiendo los pantalones por dentro de los calcetines o usando polainas, sobre todo si sabemos con antelación que iremos a una zona de riesgo.
Una vez volvemos a casa, tenemos que revisarnos el cuerpo para ver si tenemos alguna garrapata. Si encontramos alguna ya pegada a nuestro cuerpo, no debemos sentir pánico. Debemos evitar métodos de extracción caseros como cubrir la paparra con aceite o darle calor con el objetivo de que se acabe dejando ir sola. Lo que queremos conseguir es extraerla lo antes posible y lo que es más importante, entera.
Por eso el método más efectivo y recomendable es el uso de unas pinzas (Figura 5) que se venden en las farmacias con este fin. Con ellas, agarraremos la paparra lo más cerca sea posible de la piel y tiraremos hacia afuera, sin retorcer la paparra para asegurarnos de que la extraemos entera y no la arranquemos dejando su aparato bucal dentro de nuestra piel. En ocasiones no es suficiente con revisarnos nosotros mismos. Aquellos cazadores que tenéis perros, recordad que es importante tener a vuestros animales desparasitados utilizando los productos como os haya recomendado vuestro veterinario.

Más vale prevenir que lamentar
Por otro lado, podemos mejorar nuestras prácticas durante el manejo de los animales que cazamos, porque como hemos visto, algunas de estas enfermedades no se transmiten sólo por la picadura de una paparra, sino que también se pueden transmitir por los fluidos de animales infectados. Por ello, es importante que los cazadores encargados de gestionar los animales abatidos tomen medidas de protección adecuadas, tan sencillas como el uso de guantes y la limpieza y desinfección de la ropa, calzado y material que se utilice durante estas operaciones. Y en este sentido, no diremos nada más que aquello de "más vale prevenir que lamentar".
Texto: Lucía Varela Castro i Gregorio Mentaberre
imágenes: Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje y otros (ver pies de las figuras).
Dirección de los / las autores / as: Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje (SEFaS), Facultad de Veterinaria, Universidad Autónoma de Barcelona. 08193-Bellaterra, Barcelona. Teléfono: 935811923.
bibliografía
Barandika, J. F., 2012: Fiebre Q. En: Las Garrapatas Exófilas como Vectores de Agentes Zoonóticos: Estudio sobre la Abundancia y Actividad de las Garrapatas en la Vegetación, e Investigación de la Presencia de Agentes Patógenos en Garrapatas y Micromamíferos. págs: 29-55.
OMS, Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo, 2013. Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs208/es/
Oteo Revuelta J.A., 2016. Espectro de las enfermedades transmitidas por garrapatas. Rev Pediatr Aten Salón. (25): 47-51.
puerta F.S., E. A. Nieto., cruces B.F., Espín T.M., Casanova F.J., Sala I. S., García S.L.., Aguilar J.L.., Vilaseca M.Q., 2008. linfadenopatía transmitida por garrapatas: una nueva enfermedad infecciosa en niños. Pediatr Infect Dis J. 27 (7): 618-22.