Editorial

A favor de cuentos nuevos y distintos, pero no manipuléis los tradicionales por favor.

Padre e hija cazando

Eduard Melero – Cardona – 11/02/2022

Cuando escucho alguna versión de cuento diferente a la que me habían explicado durante mi infancia me entra una mala leche considerable y me indigno con el hecho de que alguien intente adaptar el cuento según sus intereses.

Pongo de ejemplo el cuento de Caperucita roja.

Caperucita y lobo

El argumento de la versión que me contaban trataba de una niña llamada Caperucita roja (por el rojo de su vestido y su capucha) que debía llevar una cesta llena de comida a su abuela que vivía en una cabaña en medio del bosque y estaba enferma. La madre advirtió a Caperucita de los peligros del bosque si abandonaba el camino principal y de la astucia del lobo, pero ella, decidida, y haciendo caso omiso a los consejos de su madre, se dejó engañar por el lobo , y éste le indicó un camino más largo para que él pudiera llegar antes a la cabaña de la abuela y podérsela comer. Al ver al lobo, la abuela logró esconderse en un armario. Cuando llegó la caperucita a la cabaña de la abuela, el lobo le esperaba en la cama, vestido con la ropa de la abuela. Haciéndose pasar por la abuela de Caperucita, intentó comérsela, pero los gritos y el ruido alertaron a un cazador que pasaba por allí y, éste, de un disparo certero, acabó con el lobo y la abuela y Caperucita salieron ilesas de la aventura y lo celebraron todos juntos.

Haciendo un poco de investigación, esta versión se aproxima mucho a la que escribieron los Hermanos Grimm en 1812, aunque la primera versión (1697) escrita por Charles Perrault, en lugar del cazador, lo que salvaba a la abuela y Caperucita era un leñador.

lesas de la aventura y lo celebraron todos juntos

A favor de cuentos nuevos y diferentes, pero no manipulen los tradicionales por favor

En cualquier caso, personas del sector primario y del mundo rural son las protagonistas de este cuento popular europeo y, cuando escucho versiones diferentes, alteradas y tendenciosamente enfocadas a eclipsar mi querido mundo rural para dar visibilidad a un mundo aparentemente idílico pervertido de mensajes animalistas, pseudoecologístas y neohipys, hace que me indigne y me cabree muchísimo. ¡Y cuando esto ocurre en el ámbito educacional aún lo veo más grave! Y es que hace tiempo que digo que en las escuelas (y ya no hablo de escuelas del entorno más urbanita) estamos alejando a nuestros niños de lo que tenemos cerca. Hay que trabajar más y mejor los oficios de la zona, las tradiciones y la cultura del pueblo, los animales que nos rodean,… y vincularlo a la gestión que necesita todo ello.

En las escuelas trabajan los leones y los pingüinos antes que los jabalíes o corzos

Sigo viendo aulas con nombres de animales exóticos, trabajos con animales marinos, polares, de la selva, del desierto,…. y en cambio sigo siguiendo echando de menos todo esto con los animales de la zona. Podéis enseñar una fotografía de un rebeco, un corzo, una liebre, por poner un ejemplo, a más de un chiquillo y la mayoría no sabrán de qué se trata, a menos que en la familia tengan un enfermo apasionado de la naturaleza, y cazador como un servidor, que en sus horas de “papa docente” se ocupa de enseñarles el entorno inmediato. La niña hará 9 años y el chico ahora hará 3,… y sigo sin ver cambios en este sentido,… ¡y soy de pueblo! ¡Imagínense en la ciudad!


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