Actualidad

SI ES SERVIDOS: Desamor a las verduras

Para Francisco Murgadas / AMIGO - Redacción 01/12/2018

No criticaré a los agricultores tecnificados. Tienen el mismo derecho a buscar una vida más sencilla, tranquilo • la y productiva que los directores de fondos de inversiones. Pero no puedo evitar pensar en la diferencia entre los rábanos de algún campesino del mercado de Vilafranca y las pelotas de golf granatoses y de tamaño homogénea que me llaman desde los expositores del supermercado de turno.

Sólo tiene que entrar en el inefable Google y buscar un vídeo con los items cosecha y rábanos. Verá como en unos inmensos invernaderos y por encima de una tierra blanda y nada pisada, una máquina peina el suelo arrancando los rábanos, girándolos boca abajo y haciéndoles avanzar por unas guías que los acumulan en un punto donde , periódicamente, la máquina hace y ata los pertinentes mandados que, ahora sí, operarios humanos van poniendo diligentemente en cajas. Unos rábanos que intuyo plantados por otra máquina que los distribuyó con precisión milimétrica para facilitar la cosecha, y regados por unas nubes hechas aspersores que, con puntualidad británica les daban la cantidad justa de agua por el crecimiento. Unos rábanos, por tanto, a los que el campesino –¿o deberíamos llamar productor?– no ha dedicado ni un minuto ni un pensamiento. Que han crecido en el más terrorífico desamor. Lo que no significa que no sean buenos.

En estos tiempos de coexistencia -no siempre pacífica y armónica- entre polos opuestos, este rábano podría ejemplificar a los que se enfrentan en agricultura y, si tomamos el rábano por las hojas, en alimentación. Porque, si algo diferencia a esta agricultura industrializada (no tengo ningún miedo a emplear el término) de la más emocional que intenta mantener el producto tradicional, es el amor.

Haga una prueba. Si obtiene unos cuantos rábanos de Km0, cultivo ecológico o, simplemente, de huerto de campo tradicional, lavar, entallado-en cruz y dejarlos en agua para que se abran. Escurridos, realice a la mesa. Poner un poco de mantequilla y unos granos de sal por encima y ... en la boca. Masticar con los ojos cerrados. Seguro que notará la diferencia. El amor.


Deja un comentario

MussapPublicidad