Opinión

La caza, los incendios forestales y el mal diseñado Plan Alfa.

cacería de media veda

Enric Vélez – Barcelona – 27/07/2022

Recientemente ha invadido el colectivo de los cazadores otro nuevo enemigo con el que, desgraciadamente, nos hemos tenido que ir familiarizando: el cuestionado "plan alfa”.

El Plan Alfa

Como sabéis, los diferentes cuerpos y organismos del Plan Territorial de Protección Civil de Cataluña (PROCICAT) determinan con periodicidad diaria la evaluación y la catalogación del riesgo de incendio en la totalidad del territorio catalán, estableciendo este riesgo para los diferentes municipios con una escala que va del nivel 0 (nivel bajo de peligro de incendios forestales) al nivel 3 (nivel extremo de peligro de incendios). La activación de cada nivel conlleva un grado de movilización de los efectivos y la realización de determinadas actuaciones preventivas. Es a partir del nivel 3 donde queda prohibida la caza y se prohíben o se establecen restricciones a ciertas actividades consideradas como susceptibles de provocar incendios forestales, como la posibilidad de encender fuego (incluido barbacoas en áreas establecidas para este fin), la realización de actividades deportivas, los trabajos forestales o actividades agrícolas, pudiendo, incluso, restringirse el paso motorizado por las pistas forestales y, en niveles extremos de riesgo, incluso el acceso a los principales macizos montañosos.

Legislar y regular es muy difícil, pues se deben analizar un amplio abanico de situaciones y adaptar la normativa a cada una de ellas; prohibir es mucho más fácil y rápido. Y en Cataluña en esta materia nuestros políticos son los primero de la clase.

Mapa Plan Alfa

Cuando analizamos riesgos siempre debemos utilizar estadísticas, es decir, matemáticas, probabilidad.

A pesar de que cada año se ahogan centenares de bañistas en todo el estado, no se cierran las playas. Se prohíbe el baño cuando la meteorología y el mar comportan un demostrado peligro, pero permanecen permitidas actividades lúdicas en la arena.

Aunque hay miles de accidentes de tráfico en nuestras carreteras no dejamos de conducir, limitamos la velocidad y la adaptamos a los diferentes tramos de las vías, etc.

¿Cuántos muertos no profesionales han provocado los incendios? Y no hablo de bomberos, pobres, por los que sólo tengo que locuras y agradecimientos, hable de ciclistas, de boleteros, de paseantes.

Mejor regular que prohibir

Cuando, como digo, analizamos riesgos, lo primero de todo es contabilizar el número de incidentes acumulados por unidad de tiempo, evaluar el riesgo estadístico de que aparezcan y, en función del mismo, adaptar la normativa y hacer tomar medidas destinadas a amortiguar la posibilidad de que aparezca el problema y, sólo si es necesario, decretar la prohibición absoluta.

Las principales causas que provocan incendios forestales son tres, con mucha diferencia del resto: los fuegos intencionados (malintencionados y con diferentes fines que no analizaremos aquí), los accidentes e incidentes con las líneas eléctricas (como aves que se electrocutan) y los rayos. En menor medida los accidentes agrícolas, sobre todo con la siega y quema de rastrojos (pero se permite la siega durante ciertas horas), las colillas de cigarrillos y otras menos relevantes.

La caza nunca ha provocado ningún incendio. Tampoco el Kayak, el rafting, el parapente o los runners que practican deportes de aventura. Regular es eso de permitir la siega a ciertas horas del día o hacer que las segadoras lleven remolques con agua o extintores mientras trabajan. Regular sería no permitir las bicicletas eléctricas si hay riesgo de que la batería se caliente y prenda fuego. Legislar sería obligar llevar una botella de agua para meter las colillas de los fumadores en el bosque. Prohibir es lo que realmente se hace. Todo prohibido y punto pelota, no hace falta así pensar tanto. Pero si que hay que pensar.

¿Qué podríamos hacer?

Pensemos en los agricultores y ganaderos que, ahogadas sus actividades por la normativa restrictiva e inquisidora actual, han tenido que abandonar sus naturales actividades por tener que montar campings, escuelas de parapente, negocios de deporte de aventura, hostales rurales, tiendas, restaurantes o gasolineras en estos pueblos de la Cataluña rural. ¿De qué vivirá ahora esta gente si restringimos el acceso del turismo urbanita y de deporte durante los tres meses de verano? ¿Quién irá a un camping o a un hostal del Pirineo si le prohíben el acceso a los pantanos donde quiere pasear en canoa o simplemente bañarse? ¿Quién comerá en este restaurante tan romántico a pie de montaña si luego no puede hacer un paseo por el bosque? Eso es lo que hay que pensar, señores y señoras políticas. ¡No prohibid!

incendio forestal

Pero vamos más allá: ¿cuál es la causa necesaria para la aparición de un incendio si ya tenemos la temperatura alta y la innición (la chispa inicial)? Respuesta: el combustible.

La extensión de nuestros bosques se ha duplicado en cuatro décadas llegando a ocupar ya el 70% del territorio. Bosques sucios (ahora saldrá quien se encalle en la palabra y no en el sentido: que si los bosques no están sucios, tienen maleza y decapado, que si la suciedad son los plásticos y las latas, que si la importancia de las palabras correctas, etc.), todos entendí a qué me refiero: inexpugnables y llenos de chubascos, que ya sé que son refugio de otras especies muy interesantes y olvidadas como insectos y demás, pero que si queman, queman con todos ellos.

Ahora los incendios forestales (IF) tocan que sean "grandes" incendios forestales (GFI), lo que los expertos hablan de incendios de 4ª e incluso de 5ª generación. Inabordables, inextinguibles, que se propagan a una velocidad superior incluso a la que los cuerpos de extinción podrían escapar, que tienen una temperatura tan extrema que abrasan todo lo que tocan e incluso lo que está a distancias donde parecía que no podrían llegar. Muchas veces los profesionales no pueden hacer más que ver como todo quema y buscar allí donde, por la orografía y vegetación, se podrá detener el fuego.

El bosque actual es ya imposible de gestionar sin cambios estructurales de mentalidad.

Hemos llegado al punto donde no hay ya medios (ni humanos ni económicos) suficientes para desbrozar el decabo y extraer la densidad arbórea suficiente, ni siquiera para mantener limpios los cortafuegos que, dicho sea de paso, se han quedado insuficientes. Para los que piensen que "¡todos los presidiarios a limpiar bosques!", decirles que tampoco. Los trabajos forestales requieren una formación difícil (llevar motosierras o desbrozadoras no es nada fácil y si es muy peligroso, y una capacidad física que no todo el mundo tiene). No. No cualquiera puede "limpiar bosques" y la plantilla de personas que sería necesario para gestionar nuestras masas forestales agotaría hasta el último céntimo del erario público.

La gestión del bosque como antes

El bosque lo gestionaban (antes se decía trabajaban) los antiguos habitantes del medio rural. Agricultores que labraban los campos para producir sus productos, ganaderos que pastaban sus ganados para poder criar a sus animales, carboneros que cortaban encinas,... y cualquier habitante que talaba árboles para el hogar de fuego, hierbas por los conejos de casa, cañas por el huerto,... Ahora todo esto ya no es rentable. Más aún: está burocráticamente impedido o incluso queda prohibido. Despoblación, esta es la causa primera de los incendios. Despoblación por las medidas políticas que, bajo la excusa del control exhaustivo para la protección del medio, realmente lo que provocaban es el ahogo de esta forma de vida que garantizaba el "mosaico vegetal" y la espontánea y natural manera de mantener "limpios" nuestros bosques.

Y, ¿cómo poder re-establecer este equilibrio? Muy fácil: consumiendo sólo productos del país: queso de Pirineo y no de Suiza, cordero de casa, pan de campo, aceite de arbequina, almendras del país, tomates de proximidad y vino del Penedés, por un decir.

cazando codornices al sol, en secanos. Actividad que se ha realizado toda la vida a altas temperaturas y en campos de paja seca, sin ningún incidente.

La caza es necesaria

¿Y qué pasa con la caza? ¿Recuerda que nunca un disparo (ni de rifle ni de escopeta) consta que haya provocado un incendio? Pues pasa que es necesaria. Aparte del dinero que aqueja y de los ingresos que conlleva a múltiples sectores, de los que tampoco hablaremos aquí, resulta que es hoy por hoy la única herramienta para mantener a raya las poblaciones de animales que, ahora más con la sequía estival, dañan cosechas (plantas y frutos) e instalaciones (mangueras de riego) de los últimos campesinos que, si no ayudamos, pasarán a formar parte del largo listado de personas que han abandonado sus tierras para emigrar a las ciudades donde la supervivencia es, al menos, posible.

Otro día, si queréis, hablamos de cómo la mixomatosis y la neumonía hemorrágica vírica también han sido una de las más grandes causas de que los IF evolucionen a GIF.

Salud, dejar cazar y comprar productos de proximidad. Esto no apaga el fuego pero, a la larga, evita que se provoque.


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